Alfredo Emilio Cabrelles no fue un resultadista. Su pasión por el deporte de los trebejos fue mucho mas allá que lo que condiciona un resultado deportivo. En cada lugar de la zona fue el animador de los entretiempos jugando simultáneamente con cuanto niño quisiera enfrentarlo.
En esos episodios, reflejamos la esencia de Don Alfredo como se lo conocía en la jerga ajedrecística. Su dedicación y constancia en la formación de los pequeños ajedrecistas fue claramente el leit motiv de su existencia. Un 20 de julio se marcho a jugar ajedrez a la eternidad, dejándonos un gran vacío y un enorme recuerdo.
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